-Me has conocido en un momento extraño de mi vida.
"A todas ellas van también dedicadas estas páginas, con el extraño y alentador afecto que sólo es posible mantener entre personas que no llegan a conocerse nunca".

Soledad Puértolas, en el prólogo de Una enfermedad moral.

Arrepentirse.

Todavía era de noche. Muchas de las farolas de la calle estaban apagadas, y algunos tramos de la acera estaban sumidos en una oscuridad casi completa. Caminaba deprisa, entre luces y sombras, con esa lucidez mental que otorga una cantidad moderada de alcohol en la sangre. Era la primera vez en meses que disfrutó estando sola, la primera vez en años que no bloqueó sus propios pensamientos aunque empezaran a incomodarla. Pensó en todas las cosas que no había hecho, en todas las oportunidades perdidas, en la vida que no se había atrevido a tener. Y por vez primera sintió el paso del tiempo, firme, despiadado, como una carga casi insoportable sobre sus hombros. Su estómago se anudó y casi le costaba respirar, pero intentó olvidarse de ello y seguir pensando, sin trabas, sin barreras. Pensó en el arrepentimiento, y se dio cuenta de lo fina que era la barrera que lo separaba del dolor más puro. En ella el arrepentimiento era un sentimiento tiránico, que centraba todo alrededor de sí mismo e impedía que huyera de él, acaparaba sus días y sus noches y, aunque quizá había llegado a advertir esa realidad en otras ocasiones, aquella noche era la primera vez que se había atrevido a mirarle directamente a los ojos. Y allí estaba, inmenso. Volvió a notar el nudo en el estómago. Intentó ignorarlo. No pudo. Se dio cuenta entonces de que iba a permanecer allí durante mucho tiempo, y si seguía fingiendo que no existía acabaría por convertirse en una parte más de su cuerpo, como un parásito que le chupaba la sangre poco a poco, pero sin descanso.  
Decidió convertir al gigante en arena y deshacer el lazo. Aunque le llevara años. Años que vendrían cargados de luces y sombras, como las aceras de Madrid.

Visitas.

Song of myself. XXIV

Unscrew the lock from the doors!

Unscrew the doors themselves from their jambs!
Whoever degrades another degrades me,
And whatever is done or said returns at last lo me.
Through me the afflauts surging and surging, through me the current and index.
I will accept nothing which all cannot have their counterpart of on the same terms.

Walt Whitman.