-Me has conocido en un momento extraño de mi vida.
"A todas ellas van también dedicadas estas páginas, con el extraño y alentador afecto que sólo es posible mantener entre personas que no llegan a conocerse nunca".

Soledad Puértolas, en el prólogo de Una enfermedad moral.

He vivido.

Acabo de darme cuenta de que escribo para esconder en el interior de personajes ficticios lo que realmente siento. Cambian las descrpciones, cambian los nombres, cambian los lugares; pero el personaje permanece invariable: soy yo, detrás de una apariencia masculina o de una mujer madura. Soy todo lo que escribo. Pero me he dado cuenta de que también soy todo lo que no escribo.

Hoy quiero dejarlo todo a la vista, enseñar las cartas en su totalidad y no sólo las que quiero que los demás conozcan. Quiero dejarme de cinismos y de nombres falsos y de creer que son ellos y no yo los que hablan. Quiero exponerme porque estoy cansada de fingir, cansada de esconderme, cansada de negar que yo también siento dolor y que también lloro y que me desespero y que me muero de risa y que a veces soy feliz.

Sí, yo soy todo lo que habéis leído en todos mis textos anteriores. Y soy todo lo que leeréis en los que sigan. Sí, tengo muchos sueños y también tengo mucho miedo: miedo de todo, de la realidad de mi vida adulta -que a veces siento retrasada por circunstancias ajenas, tan ajenas como la luz a los peces abisales-, de convertirme en alguien que no me guste, de arrepentirme de demasiadas cosas, de que la gente se compadezca de mí y empiecen a tratarme como una muñequita de porcelana que se puede hacer añicos contra el suelo al más mínimo roce, de que aquellos que me quieren me dejen, de despertarme un día y haber perdido las ganas de escribir. Tengo miedo, mucho miedo, y también tengo grandes sueños por cumplir y muchas esperanzas que se intensifican o casi se diluyen dependiendo del día. Y sí, soy negativa hasta rozar lo enfermizo y un segundo después la vida se dibuja ante mis ojos como algo maravilloso e inconmensurable. Y sí, mil veces me han llamado rara y hay veces que me parece un halago y otras que se me clava como el peor de los insultos.

Pero he mirado al dolor a los ojos y he sentido sus dientes negros mordiendo mi carne. Y he llorado hasta que mis lágrimas, como avispas oscuras, han hecho un nido en mi pecho. Y he descubierto a base de tropezar y recomponerme que no hay nada más aterrador y maravilloso que la vida y el mundo. Porque he sobrevivido, Porque, es más, he vivido y respiro. Respiro ese aire contaminado y terrible y dulce y cargado de esperanzas de mi ciudad.

Respiro. Y respiraré. Y Madrid será testigo.

1 comentarios:

Te sigo desde hace tiempo. ¡Qué gustazo de blog!

 

Publicar un comentario

¡Gracias por tu tiempo!

Visitas.

Song of myself. XXIV

Unscrew the lock from the doors!

Unscrew the doors themselves from their jambs!
Whoever degrades another degrades me,
And whatever is done or said returns at last lo me.
Through me the afflauts surging and surging, through me the current and index.
I will accept nothing which all cannot have their counterpart of on the same terms.

Walt Whitman.