-Me has conocido en un momento extraño de mi vida.
"A todas ellas van también dedicadas estas páginas, con el extraño y alentador afecto que sólo es posible mantener entre personas que no llegan a conocerse nunca".

Soledad Puértolas, en el prólogo de Una enfermedad moral.

Sola

Sola, está sola. Y a veces se pregunta si hay un motivo.Rodeada de gente mientras camina por la calle, aplastada contra unos cuantos mientras espera a que el autobús llegue a su parada, acordonada por personas en todas partes y a todas horas. Pero sola.
A veces camina, sin rumbo, simplemente por el placer de sentir el aire plateado del invierno cuarteando su piel como la hoja de un cuchillo. Piensa. Otras veces simplemente se deja llevar por la melodía de alguien a quien ni siquiera pone cara. Una voz que dice sentirse tan sola como ella. A veces incluso sangra, y si no estuviera sola alguien vería corrientes escarlata chorreando a través de sus dedos. Pero está sola, y su sangre invisible mana constantemente sin que nadie lo advierta.
Y es ahí cuando piensa en si puede creer que sufre una injusticia, en si es correcto ser condescendiente con ella misma. Y piensa que es cierto que está sola, sola como el eco de un grito que se pierde en un barranco, como un náufrago en una isla, como un pez en un acuario a quien nadie ha buscado compañía. Pero no está irremediablemente sola. En alguna parte del mundo hay gente de esa que sería capaz de leer su pensamiento y ver cómo se desangra. Gente que podría presionar con la yema de un dedo justo encima de la herida para cortar la hemorragia. El problema es que ella no ha tenido la suerte de encontrarla.
Piensa en si es injusto quejarse por ser desafortunada, por sentirse tan terriblemente sola.
Camina mientras la corriente destroza su pellejo. Está cansada y se sienta en un banco del centro comercial en el que ha entrado casi sin darse cuenta. Observa como en el suelo se va extendiendo el líquido carmesí como mercurio derramado.
Sigue pensando en la justicia y en la injusticia, absorta, enajenada, y decide que tiene todo el derecho del mundo a quejarse. Se concede un instante de indulgencia. Y justo en ese momento escucha un golpe frente a su cabeza gacha.
Y le ve. En el suelo, en mitad de su charco de sangre. Se acaba de resbalar. Ambos se miran y él lee sus disculpas en sus pupilas.
Ella sonríe. Puede que su suerte esté cambiando.

3 comentarios:

mmm muchas veces me he preguntado y he recriminado eso de la soledad. Sin embargo acato que a veces es necesario estar de ese modo
para aprender, para crecer, para sortear lo que tenga que venir y estar algun dia con alguien compartiendo las cosas y la vida en distintas situaciones...

conocerse primero y quererse nunca es tarde y no hace daño

 

heii!!!!muuy bueno, me gustó =D
graciasz por tu comentario...
me gusta tu blog y su contenido, te sigo!;)

 

La soledad viendola "desde fuera" se sufre pero no deberia de ser asi, al contrario, se debe de disfrutar, nunca estamos lo suficientemente solos como para disfrutrla....

 

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Song of myself. XXIV

Unscrew the lock from the doors!

Unscrew the doors themselves from their jambs!
Whoever degrades another degrades me,
And whatever is done or said returns at last lo me.
Through me the afflauts surging and surging, through me the current and index.
I will accept nothing which all cannot have their counterpart of on the same terms.

Walt Whitman.