
Todo fue bien al principio, cuando cada palabra abría una ventana hacia un mundo nuevo y todo lugar que visitaban era un pedacito de Tierra sin estrenar.
No supieron si fue él, si ella se dejó llevar por la comodidad o si ambos pensaron que los geranios crecen sin necesidad de agua y viento. El caso es que hundieron bien profundo sus raíces en macetas diferentes y cuando quisieron darse cuenta eran demasiado perezosos, y a veces demasiado orgullosos, para compartir el tiesto propio o mudarse al ajeno.
De repente, los lugares comunes se volvieron lo común en sus conversaciones y las aceras de cada sitio que visitaban estaban desgastadas y llenas de manchas y huellas. Y ellos en medio de una cuidad contaminada sin más abrigo que la propia piel, tratando de ocultar los escalofríos que les causaba la galerna.
Fueron soberbios en ocasiones, estúpidos en exceso y permanentemente descuidados.
Y ahora que ya no se ven a veces añoran aquellos andenes desgastados, y suelen volver a los lugares comunes donde se adormilaron demasiado, hasta que la pereza les pudo y arrancó sus ganas de buscar lugares inusuales.
5 comentarios:
ehhhhhiiii!!! siempre queda algo por descubrir :) besos!!
Tu escrito tiene muchos niveles de lectura y muchos aspectos para reflexionar.
Joder! qué bonito! Te deja un mintón de rincones para explorar.....me ha gustado mucho!
Para mí el mundo está lleno de misterios infinitos, que no se pueden contar, al igual que las estrellas. Otro texto impresionante! Besos!
Me encanta tu texto.
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