De repente abro los ojos y soy mucho más consciente de todo lo que me rodea: el olor a plástico y a algodón de azúcar, el aire denso y poco oxigenado, las prisas de la gente que corre de un lado a otro por el centro comercial. Me parece haber llegado allí sumida en un letargo suave, una especie de vigilia, un claroscuro entre el sueño y la consciencia. Alguien me empuja y es como si la tierra temblase. Me duele la cabeza y cada hueso de mi cuerpo parece pesar una tonelada.
Y de pronto siento que el tiempo comienza a pasar más lento, como si quisiera avanzar con el viento que sopla en un acantilado de frente: tal que si tratase de saltar al vacío. Y cada pestañeo de aquellos que me rodean dura una eternidad y el aire comienza a hacerse pesado.
Y poco a poco soy más consciente de mí misma, hasta que llega un punto en el que me he elevado sobre mi cabeza y estoy mirándome fijamente desde diez o quince metros de distancia, como si fuera una estrella colgada en el árbol de navidad que adorna la plaza de un pueblo.
Y por primera vez me veo tal y como soy. Y veo que soy caos, que soy inconstancia, que soy pequeña. Y me veo tambalear de pura inestabilidad y me veo neurótica y psicótica y muy perdida. Y por primera vez me doy cuenta de que debía haber cogido todas aquellas manos que una vez me fueron tendidas o haber manchado de lágrimas un par de hombros que en otro tiempo estuvieron dispuestos. Y veo lo que tendría que haber visto hace ya mucho tiempo y todo lo que no captaron mis ojos cuando estaban tapados por las manos del orgullo: que soy vulnerable, que soy una imbécil, que estoy desfallecida.
Que soy humana.
Vuelvo bajar al nivel del suelo, a entrar en mi cuerpo, y las cosas parecen haber cambiado totalmente. Es como ver el mundo desde otra cara del prisma. Sacudo la cabeza para ordenarme las ideas y pienso cuál es el modo más rápido para llegar a casa.
Tomo una buena bocanada de aire: sé que me va a hacer falta. Hoy va a ser un día muy largo.
5 comentarios:
Pero, gracias a eso, ahora puedes rectificar todo eso, todas esas cosas que no te gustan de ti y mejorarlas. Porque todos somos humanos y todos somos orgullosos, así que si quieres un hombro en el que llorar de aquí en adelante, seguro que alguien te lo tenderá sin miramentos :)
.un muáh rojo, rojo, rojo :]
Te faltó decir que también tus aspectos positivos. En esos viajes astrales se aprecian las cosas tal cual son, sin maquillajes, pero también sin ocultar nada.
Quiero verme tal y como soy...Pero tapo mis ojos..
Hola, vine a visitarte. Gracias por tu visita. Me gustó mucho tu blog y su contenido. Te sigo ahora mismo. Hasta pronto, nos seguiremos leyendo vendré a comentarte.
Siempre me dejas alucinada, no sé como lo haces. Me encandilas con tus palabras. Besazos Lena,
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